La superficie de ataque hace referencia a todos los puntos de entrada y vulnerabilidades potenciales que un atacante puede utilizar para explotar o vulnerar un sistema, red o aplicación.
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Una superficie de ataque son todos los puntos de entrada y las vulnerabilidades que un atacante puede aprovechar para infiltrarse en una red o un sistema. Básicamente es como todas las puertas y ventanas de una casa: cuantas más puertas y ventanas tenga una casa, más puntos de entrada potenciales para un robo. Comprender la superficie de ataque de una red es fundamental: al saber dónde están las vulnerabilidades y supervisarlas en consecuencia, una organización puede reducir su superficie de ataque y dificultar mucho más que los atacantes penetren y pongan en riesgo los sistemas.
Una superficie de ataque es diferente de un vector de ataque. Un vector de ataque es el método, es decir, la forma en que un atacante entra en una red o sistema. Por ejemplo, los vectores de ataque comunes incluyen los ataques de ingeniería social, el robo de credenciales, la explotación de vulnerabilidades y la protección insuficiente contra las amenazas internas, mientras que la superficie de ataque son todos los diferentes puntos de entrada que el atacante puede utilizar para lanzar un ataque.
Los componentes de la superficie de ataque son los elementos de una red que pueden ser objeto de ataques o explotación. Hay tres componentes principales de una superficie de ataque: digital, físico y social.
La gestión de la superficie de ataque es una parte fundamental para mantener una postura de ciberseguridad sólida, e incorpora la identificación, el acceso y la reducción activa de las vulnerabilidades dentro de la red de una organización para reducir las superficies de ataque y minimizar los riesgos de fugas. Por ejemplo, la gestión de una superficie de ataque para un sistema informático comienza con la identificación de todos los puntos de entrada a los que puede acceder un hacker, como vulnerabilidades de software, contraseñas débiles o conexiones de red. Una vez identificados los puntos de entrada, el personal de seguridad analiza las vulnerabilidades e implementa estrategias para reducir riesgos, como la actualización del software, la mejora de los métodos de autenticación o la configuración de firewalls.
Una parte clave de la gestión de la superficie de ataque es la supervisión de la superficie de ataque, o la supervisión continua de la superficie de ataque de una organización a tiempo real o casi real. La observación y el análisis continuos de los diferentes componentes de una superficie de ataque ayudan a detectar y responder a los posibles riesgos de seguridad y a adaptarse a las amenazas emergentes.
Hay muchas estrategias que una organización puede implementar para reducir su superficie de ataque, incluidas, entre otras, las siguientes: